CALIFICACIÓN: 10
Fecha de visión: 5 de julio de 2.008
NACIONALIDAD: EE.UU.
AÑO: 1.915
DIRECCIÓN: David Wark Griffith
INTÉRPRETES: Lillian Gish, Mae Marsh, Henry B. Walthall, Miriam Cooper, Mary Alden, Ralph Lewis, Raoul Walsh, George Siegmann, Walter Long, Robert Harron, Wallace Reid, Joseph Henabery, Elmer Clifton, Josephine Crowell, Spottiswoode Aitken, George Beranger.
MÚSICA: Joseph Carl Breil y D. W. Griffith
FOTOGRAFÍA: G. W. Bitzer (blanco y negro)
GUIÓN: D. W. Griffith y Frank E. Woods, basado en las obras de Thomas F. Dixon Jr. "The Clansman: an Historial Romance of the KKK" y "The Leopard's Spots"
CRÍTICA:
El Sur
Confieso que me acerqué con prevención a esta película: más de tres horas de metraje, muda, con fama de racista... En fin, que durmió el sueño de los justos en la librería donde guardo los DVDs durante más de dos años, hasta que hace poco me decidí a verla. Y comprobé por qué, pese a su argumento, pese a destilar intolerancia en cada uno de sus fotogramas, es considerada uno de los puntales del Séptimo Arte.
Poco importa si Griffith es el primero en usar la multitud de técnicas que se emplean en esta cinta o si se limita a recogerlas de obras anteriores; el hecho es que innova, al mezclarlas al servicio de la épica historia que nos quiere contar, el hecho es que dota estas técnicas de significado, de alma, al integrarlas en un conjunto que, gracias a ellas, se convierte en una obra maestra. Las casi coreográficas escenas de masas (portentosa la batalla de la Guerra de Secesión, el incendio de Atlanta -mucho más impactante que el de "Lo que el viento se llevó"- o la carga final del KKK), los sentimientos desbordados en esos fantásticos primeros planos, la recreación pictórica de los hechos históricos, la pasión, el odio, el amor, todo ello conforma una de las más grandiosas y espectaculares producciones de todos los tiempos, al servicio, qué pena, de un ideario absolutamente delirante.
Y es que, como la inmensa mayoría del Arte, "El nacimiento de una nación" es una obra comprometida, en este caso con la supremacía de la raza blanca sobre la negra; es un panfleto masticado para que llegue a las mentes simples y unineuronales del profundo Sur estadounidense, y además, un panfleto cobarde, pues Griffith no tiene el valor necesario para cargar contra el Norte o contra una figura como Lincoln. Pero eso no quita que siga siendo una obra maestra, técnica, narrativa y artísticamente.
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