CALIFICACIÓN: 7
Fecha de visión: Agosto de 2.008
NACIONALIDAD: EE.UU.
AÑO: 1.990
DIRECCIÓN: Francis Ford Coppola
INTÉRPRETES:Al Pacino, Andy Garcia, Sofia Coppola, Michael Hamilton, Diane Keaton, Joe Mantegna, Talia Shire, Eli Wallach, Bridget Fonda, Raf Vallone, Franc D'Ambrosio, Helmut Berger, Donal Donnelly, John Savage, Richard Bright, Don Novello, Franco Citti.
MÚSICA: Carmine Coppola
FOTOGRAFÍA: Gordon Willis (color)
GUIÓN: Francis Ford Coppola y Mario Puzo, basado en los personajes creados por este último en su novela "El Padrino"
CRÍTICA:
La familia bien, gracias
El imperio se desmorona, el emperador siente próxima la muerte y busca entre los patricios de la corte alguien que sea capaz de continuar su legado, sobre todo en esta época de incertidumbre: de nuevo, los enemigos se han crecido y atacan la estabilidad y el poder de la familia imperial. Y esta vez la amenaza no proviene sólo del Senado, sino también de la religión católica, un poder enorme que hoy por hoy no se puede obviar; los tiempos han cambiado, ya no se juega con las mismas armas que utilizaba el viejo César: hoy no basta con cruzar el Rubicón, hay que teñirlo de sangre... Alea jacta est.
Bueno, dejemos ahí el símil histórico. Lo que tenemos aquí, en realidad, es la conclusión de la mayor y mejor saga cinematográfica jamás realizada, una conclusión que, desgraciadamente, no está a la altura de sus predecesoras. Realmente, estamos ante una gran película, pero es inevitable compararla con esas dos obras maestras y, en fin..., que no es lo mismo... En primer lugar, porque es mucho más artificial, es hija más de la cabeza que de las entrañas; en segundo lugar, porque el tiempo no perdona ni a los grandes genios, porque todos tenemos nuestra época dorada, y dieciseis años es mucho tiempo; en tercer lugar, porque lo que en las dos primeras partes eran interpretaciones maestras, en esta no alcanzan ese nivel. Y con esto último no estoy uniéndome al coro crítico contra Sofia Coppola (realmente, cumple con solvencia), pero la inteligencia natural de Garcia, el desparpajo de Fonda o la fuerza de Mantegna no son comparables a la peligrosa sobriedad de Duvall (rechazó participar porque no le ofrecieron los mismos emolumentos que a Pacino), el nervio contenido de De Niro o el fuego de Caan, por poner algunos ejemplos. Sí, tenemos la presencia ominosa de Talia Shire, venenosa como una viuda negra, pero no basta.
¿Era necesaria esta tercera parte? Pues, en realidad, más que la segunda. El problema es que las dos anteriores son películas en sí mismas, y esta no tiene sentido ni razón de ser sin ellas. En fin, no es el final esperado, pero es un final.
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