lunes, 15 de junio de 2009

LA ZONA

TÍTULO ORIGINAL: La zona
CALIFICACIÓN: 8
Fecha de visión: 2.008
NACIONALIDAD: México
AÑO: 2.007
DIRECCIÓN: Rodrigo Plá
INTÉRPRETES: Daniel Giménez Cacho, Maribel Verdú, Carlos Bardem, Daniel Tovar, Alan Chávez, Marina de Tavira, Mario Zaragoza, Blanca Guerra, Claudio Obregón, Andrés Montiel, Enrique Arreola, Gerardo Taracena, Mayra Serbulo, Miriam Balderas, Fernando Banda
MÚSICA: Fernando Velázquez
FOTOGRAFÍA: Emiliano Villanueva (color)
GUIÓN: Laura Santullo y Rodrigo Plá
CRÍTICA:
La comunidad
Aunque la propuesta inicial en la que se basa -y que da nombre a la cinta- pueda parecer fantasiosa o propia solamente de algunos países sudamericanos con grandes desigualdades sociales, nada más lejos de la realidad. Así, cualquiera que se dé una vuelta por los alrededores de ciertas poblaciones de la Costa del Sol occidental puede encontrarse de pronto con carreteras bloqueadas por enérgicos y estrictos guardias de seguridad, que le negaran el paso a urbanizaciones de elite férreamente vigiladas; ni siquiera si lo que te lleva allí es un asunto oficial (la actualización del Censo Electoral, pongamos por caso) se te permitirá el acceso, por más que discutas y que alegues que las vías públicas por las que se accede a las mansiones son, como su nombre indica, públicas, pagadas por todos los contribuyentes. Con la anuencia de las autoridades locales, los ricos han levantado en estas localidades sus propios feudos, que los mantienen separados de la plebe. Así que, como se ve, la cosa no se circunscribe a países bananeros de ficción: el dinero no conoce fronteras, aunque sí levanta muros.
Y es que el dinero tiene miedo, como nos muestra la película. Miedo de que el desarrapado del otro lado de la barrera de su urbanización o el inmigrante del otro lado del muro fronterizo no se conformen con el papel de vasallo que les ha sido asignado por nacimiento e intenten alterar un statu quo que el poderoso va a defender cueste lo que cueste, pasando por encima de leyes, derechos y vidas. Y aunque la cinta nos muestre diversas actitudes que pueden dar lugar a un rayo de esperanza, ya se sabe: lo del camello y el ojo de la aguja.
Pero no se inquieten: quien más, quien menos, todos estamos a salvo, dentro de nuestras pequeñas urbanizaciones, y aunque un día los Otros se den cuenta de que su número es su fuerza, las revoluciones del pasado nos han enseñado que siempre se puede negociar, hacerles un sitio a unos cuantos elegidos, y bajar de nuevo la barrera.

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