CALIFICACIÓN: 7
Fecha de visión: 10 de julio de 2.008
NACIONALIDAD: EE.UU.
AÑO: 1.992
DIRECCIÓN: Harold Ramis
INTÉRPRETES: Bill Murray, Andie MacDowell, Chris Elliott, Stephen Tobolowsky, Brian Doyle-Murray, Marita Geraghty, Angela Paton, Rick Ducommun, Rick Overton, Robin Duke, Carol Bivins, Willie Garson, Ken Hudson Campbell, Les Podewell, Rod Sell, Harold Ramis.
MÚSICA: George Fenton
FOTOGRAFÍA: John Bailey (color)
GUIÓN: Danny Rubin y Harold Ramis, basado en un argumento del primero.
CRÍTICA:
La eternidad y un día
¿Qué harías si el tiempo no pasara y todos los días te despertaras en el mismo día, si todas las acciones que has realizado antes de irte a dormir no tuvieran consecuencias ni quedara constancia de las mismas? Esa es la premisa sobre la que se basa esta entretenida película, que, en otras manos, podría haber dado de sí un drama existencial o un filme de ciencia-ficción o de terror, pero que Ramis, muy inteligentemente, lleva a su terreno, es decir, a la comedia con mensaje.
Sostenida enteramente por la soberbia interpretación de Murray (¡qué gran actor y qué pocas oportunidades le han dado de demostrarlo!), la película, cuyas máximas bazas, aparte del citado Murray, son su espléndido montaje y la sabia dirección de Ramis, cuenta con un guión redondo, pero que no agota las posibilidades de la idea principal. La evolución que sufre el personaje central, un egocéntrico hombre del tiempo (y, en castellano, sí que es realmente un “hombre del tiempo”), que pasa por todas las fases posibles que le permite su inmortalidad, es la evolución de la especie, que sólo mediante el conocimiento y la superación consigue superar su estancamiento y pasar a una nueva etapa.
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