lunes, 24 de noviembre de 2008

EL CABO DEL TERROR

TÍTULO ORIGINAL: Cape Fear
CALIFICACIÓN: 7
Fecha de visión: Marzo de 2.008
NACIONALIDAD: EE.UU.
AÑO: 1.962
DIRECCIÓN: J. Lee Thompson
INTÉRPRETES: Gregory Peck, Robert Mitchum, Polly Bergen, Lori Martin, Martin Balsam, Telly Savalas, Jack Kruschen, Barrie Chase, Paul Comi, John McKee, Page Slattery, Ward Ramsey, Edward Platt, Will Wright, Joan Staley, Norman Yost, Mack Williams, Thomas Newman.
MÚSICA: Bernard Herrmann
FOTOGRAFÍA: Sam Leavitt (blanco y negro)
GUIÓN: James R. Webb, basado en la novela "The executioners", de John D. MacDonald
CRÍTICA:
De repente, un extraño
Antes de empezar a alabar los indudables méritos artísticos de esta cinta, quiero hacer hincapié en una cosa: nos hallamos ante una película muy adelantada a su tiempo. Hay que tener en cuenta que es este un filme de 1.962, producido por una gran compañía y protagonizado por dos actores en la cima de sus carreras. Pues bien, en una sociedad tan pacata como la americana, una historia que mezcla violencia, sexo, pederastia, venganza, machismo y malos tratos había que tener mucho valor para llevarla al cine, por mucho Kennedy que estuviera en la Casa Blanca (recordemos que seguía en vigor el código Hays, que, entre otras cosas, prohibía mostrar detalles de asesinatos brutales, la demostración de un comportamiento sexual “ilícito”, como el adulterio, o mostrar determinadas partes del cuerpo, entre ellas el ombligo).
Entrando ya en las virtudes meramente cinematográficas de la película, las interpretaciones de todo el elenco artístico son memorables, pero es Mitchum, con ese malvado Max Cady, tan atractivo como el predicador de “La noche del cazador”, quien se lleva el gato al agua, bordando un personaje sucio, indecente e irresistiblemente atrayente. Peck, por su parte, se le opone con su sobria entereza, pero termina usando armas tan reprobables como su adversario, rebajándose a su nivel cuando los ardides legales y la sociedad en la que confía le resultan insuficientes para defender a su familia. Esa es la victoria de Cady.
Una gran película, en resumen, que hace innecesaria la versión que Scorsese realizaría muchos años después (no es que esté mal, pero, ¿qué añade? Mira, eso me recuerda a “Infiltrados”…).

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