CALIFICACIÓN: 5
Fecha de visión: 3 de junio de 2.008
NACIONALIDAD: EE.UU., Alemania, Gran Bretaña
AÑO: 2.000
DIRECCIÓN: Rod Lurie
INTÉRPRETES: Joan Allen, Gary Oldman, Jeff Bridges, Christian Slater, Sam Elliott, William Petersen, Robin Thomas, Saul Rubinek, Mike Binder, Kathryn Morris, Mariel Hemingway, Kristen Shaw, Philip Baker Hall, Douglas Urbanski, Noah Fryrear, Angelice Torn, Joe Taylor.
MÚSICA: Larry Groupé
FOTOGRAFÍA: Denis Maloney (color)
GUIÓN: Rod Lurie
CRÍTICA:
Érase una vez en América
Érase una vez, en un país muy lejano, un rey noble, magnánimo y tela de enrollado, al que sus súbditos adoraban por su simpatía, su buen rollo y sus políticas sociales. En esto, que su Gran Visir se nos va al otro barrio y el rey debe elegir entre sus ministros alguien que lo sustituya. El principal candidato es un C.S.I. de Las Vegas que había dejado los cadáveres para meterse a gobernador, y es que el chaval es un alma desprendida que no le hace ascos a mojarse para salvar a una de sus lacayas. Mas el rey, viendo que el final de su mandato está cerca, y queriendo pasar a la Historia como un gobernante moderno, se decide por una ministra de esas que están para cumplir el porcentaje de paridad. Pero, claro, el malvado hermanastro del rey, un crápula amargado, segundón y, encima, fumador, no puede permitir que la mujer salga de su hábitat natural de la cocina y el catre, así que decide sacar los trapos sucios de la candidata. Y es que resulta que la tía es la leche: apoya el aborto, está contra la pena de muerte, no cree en Dios Padre Todopoderoso y, encima, cuando iba a la Universidad le dio por practicar sexo en grupo con un equipo entero de polo, caballos incluidos. Pero, cómo se ve, eso no ha sido óbice para que llegue al puesto de ministra (¡qué torpes los otros candidatos, qué liberal la aldea que la eligió!). En fin, que este alma de cántaro encerrado en un cuerpo de mujer, tiene que enfrentarse al juicio de la Santa Inquisición, pero su dignidad no le permite defenderse de golpes tan arteros. O sea, que el rey se va a tener que comer su candidatura con perdices. Pero este monarca es mucho monarca, y sabe que su pueblo es liberal hasta las trancas y no le da importancia a los deslices sexuales de sus magnatarios, así que, con una pequeña ayudita de una alguacil del F.B.I. que pasaba por allí, decide enfrentarse al Consejo del Reino. Para ello, se alquila la noche anterior “Caballero sin espada” y les suelta un discurso que hace que todos los ministros olviden lo del aborto, la orgía, el ateismo y lo de la pena de muerte y se levanten como un solo hombre para aclamar a la nueva Visir.
¡Ay, qué lindos son los cuentos de hadas!
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